El ‘cholo de acero inoxidable’ se transporta en el tiempo para evocar sus inicios en la radio y televisión, con personajes inolvidables como ‘Nemesio Chupaca’ y ‘Camotillo, el Tinterillo’, que nació hace seis décadas. Esta es la historia que los inspiró.
'Nemesio Chupaca', y 'Camotillo, el tinterillo', primeros personajes de Tulio Loza.
Dos incidentes durante su niñez marcaron su vida. El primero ocurrió a los ocho años cuando, vestido de saco y corbata, transformó un discurso de bienvenida en un divertido recordatorio de falsas promesas. Las palabras del pequeño Tulio iban dirigidas nada menos que al orondo diputado que representaba al pueblo de Abancay en Lima. El siguiente acontecimiento lo tomó por sorpresa tres años después, mientras intentaba apropiarse de algunos frutos que colgaban de los árboles. Por entonces, ya había presenciado el indignante ‘tiro al indio’ que jugaban con descaro algunos hacendados. Aquella vez fue diferente. Entre los disparos con perdigones se coló un balazo que atravesó la espalda de un indígena.
Esas imágenes quedaron grabadas en la memoria de
-Uno de sus personajes más importantes, ‘Nemesio Chupaca Porongo', nació mucho antes de aparecer en la televisión. ¿En qué circunstancias sucedió esto?
Fue en la radio, pero bajo el nombre de ‘Crisólogo Quispe'. Yo llegué a Lima a los 17 años habiendo sido uno de los mejores alumnos de Abancay y Andahuaylas, que están en Apurímac. Siempre fui chancón, ingresé a San Marcos de un solo porrazo y apenas lo hice empecé a imitar a los catedráticos, a ponerles chapas a mis compañeros. Fueron ellos quienes me llevaron a la radio, era más o menos 1957 o 1958. Pasé por una prueba en “Loquibambia”, programa exitosísimo por entonces, con este personaje que te cuento. Cuando yo llegué había una discriminación terrible para el serrano, para el negro, para todos. Por eso lo que yo quería era cambiar la imagen del cholo, hacerlo positivo, no tozudo porque yo era uno de ellos pues. Esa idea le gustó al director argentino que hacía el programa. Luego ya más canchero lo llevé a la televisión.
Junto a sus padres y 12 hermanos. Es el tercero de pie, de derecha a izquierda.
-¿Ese fue el único personaje que nació en la radio?
También tenía otro que se llamaba ‘Flor de Lis', que era una extranjera. En mi tierra yo imitaba a una monja alemana, así nació. Lo que yo hacía era dar consejos a personas desesperadas, pero siempre con el dejo de otro país.
-Sabemos que desde pequeño siempre le ponía humor a su vida. ¿Quién alentó su lado cómico?
Mi mamá, pero el cómico no se hace, nace. Desde que yo tengo uso de razón hacía payasaditas, me jalaba la comedia. Por ejemplo cada que llegaba de Lima un diputado de Abancay, llegaba con unas ínfulas increíbles para hacernos creer que había hecho muchas cosas a favor de nuestra ciudad y no había hecho nada. A mí el municipio me compró un ternito cuando tenía entre 7 u 8 años y me decían tú vas a hacer el discurso de bienvenida. Bien arreglado, bonito, al terno y corbata, daba el discurso, pero en vez de subrayar los éxitos del diputado que prácticamente no tenía ninguno, lo criticaba. Le recordaba el agua potable, la plazuela, la escuela prometida. Y la gente se moría de nervios y de risa porque era el único que le metía el dedo en la llaga.
-¿Con tan pocos años usted se atrevía a decirle a la autoridad lo que ningún adulto pronunciaba?
Imagínate. Ese era el ‘Camotillo’ en su chiquititud. Todos los señores de mi tierra decían este va a ser un crítico bárbaro. Yo no tenía ningún empacho en decirle que nos estafó. Dentro de mi inocencia también soltaba todo lo que veía y pensaba. Yo mismo escribía mi discurso, mi guion.
'Camotillo' en su versión más joven y 'Nemesio' ya consagrado.
-¿Esos discursos que daba de niño en algún momento le trajeron problemas?
Más bien cuando el diputado volvía a Abancay decía “espero que no me suelten al mocoso del año pasado” (risas). Mi papá a veces me decía que no friegue tanto. Acuérdate que ese señor ayudó en tal cosa. Pero “no hizo nada más papá”, le decía yo. La gente se divertía mucho conmigo y la autoridad a quien yo me dirigía ofrecía nuevas cosas para nuestro pueblo. Los abancaínos tenemos mucho sentido del humor. Debe ser la tierra, el cruce de razas. Allí había de todo, turcos, alemanes. Mi compañero de carpeta en el colegio o era un cholito quechua hablante o un hijo de árabes. Pero todos nos queríamos mucho.
-¿Y entre sus antepasados qué sangres se han mezclado?
Se dice que nosotros pertenecemos a un éxodo de españoles. Mi papá por ejemplo es Loza Arzubialde, mi mamá Bonifaz y tiene un ancestro italiano. Ha habido un cruce bárbaro.
-Usted llega a Lima con el objetivo de tener una profesión…
Si hubiera habido universidad en mi tierra yo hubiera estudiado ahí y probablemente hubiera sido un empleado bancario, algo así. Pero yo tenía necesidad de llegar a Lima porque quería ser el abogado de la familia.
-¿Quién lo acoge a su llegada? ¿Tenía parientes?
Teníamos una tía de parte de la rama de los Bonifaz que se creía de rancia catadura y de fino abolengo. Era culta, ya de edad. Vivía en Barrios Altos, en La Plazuela de la Buena Muerte, allí me llevaba a la iglesia y mientras ella rezaba el rosario yo coqueteaba con alguna chica. Me decía, cholito, serranito. “Pero dime sobrino, tía” le decía yo. Pero si tú naciste en la sierra, me respondía. Tenía muchos prejuicios. Una vez le pregunté ¿por qué me dices cholito? Su respuesta me sorprendió, pero ahora es muy conocida “es que cholibiris nunca bonus. Si bonus, nunca perfectis. Y si perfectis, siempre cholibiris”. O sea yo estaba condenado a que me friegue por haber nacido en la sierra.
"Nemesio" (1969) fue la primera película que filmó con su productora.
-Y además de la discriminación por parte de su tía, ¿sufrió alguna otra?
En la universidad, los primeros meses. Como yo era blanquiñosito y simpaticón, el grueso de mis compañeros creía que yo era capitalino. Hasta que una vez recibí una tarea de un catedrático. “Loza, mañana usted me habla sobre el lado romántico de Shakespeare”. Pucha me tenía que leer desde Otelo, Hamlet, todas esas obras. Pero yo me fui a la Biblioteca Nacional y allí encontré un libro con los perfiles y argumentos de las obras. Así reduje bastante mi tarea. Al día siguiente cuando empecé a hablar de Shakespeare se me salió el mote. Uno de mis compañeros se paró y dijo “disculpe profesor, ese es un infiltrado. Es un serranazo”. No tuve la necesidad de responderle porque fue el catedrático el que cuadró a ese chico.
-¿Cómo hizo para sortear esas manifestaciones racistas que le hacían en San Marcos?
Después de esa cuadrada del profesor que fue en el primer año de Letras no volvió a pasar. Ya en ese tiempo como el 50 por ciento de los alumnos de Derecho eran de provincia y muchos se me acolleraron. Era el más popular.
-¿Y con el otro 50% cómo se llevaba?
Bastante bien. Por un tiempo Alfredo Bryce Echenique fue mi compañero de carpeta. Él era el que mejor economía tenía porque su papá era dueño de un banco. Tenía un Peugeot descapotable con el que pasaba a buscarme para ir a la universidad. Estaba enamorado de una chica que pasaba todos los días por la universidad. Yo se la presenté. Él era un tímido total.
-Usted ha contado una anécdota divertida de esa época con un catedrático que le suelta una frase que luego usted convertiría en realidad.
Fue el gran jurista Mario Alzamora Valdés, que era recontra serio, brillante. Los profesores generalmente entraban a las 8:10 de la mañana, pero a las 8 en punto mis compañeros ya estaban gritando “Tulio, Tulio” para que yo imite al catedrático de turno. Cuando empiezo a imitarlo nadie me avisa que él estaba detrás de mí, justo ese día se adelantó en llegar. Apenas me di cuenta, volteó y le pido disculpas, pero él me dice “Loza, usted no debe estar acá, haga una industria de la payasada”. Y yo le hice caso (risas).
'Nemesio Chupaca', y 'Camotillo, el tinterillo', primeros personajes de Tulio Loza.
Dos incidentes durante su niñez marcaron su vida. El primero ocurrió a los ocho años cuando, vestido de saco y corbata, transformó un discurso de bienvenida en un divertido recordatorio de falsas promesas. Las palabras del pequeño Tulio iban dirigidas nada menos que al orondo diputado que representaba al pueblo de Abancay en Lima. El siguiente acontecimiento lo tomó por sorpresa tres años después, mientras intentaba apropiarse de algunos frutos que colgaban de los árboles. Por entonces, ya había presenciado el indignante ‘tiro al indio’ que jugaban con descaro algunos hacendados. Aquella vez fue diferente. Entre los disparos con perdigones se coló un balazo que atravesó la espalda de un indígena.
Esas imágenes quedaron grabadas en la memoria de
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hasta que años después cobraron vida en la figura de ‘Camotillo, el tinterillo’ y, posteriormente, se reflejaron en la cinta “Allpa Kallpa”, cuyo protagonista es ‘Nemesio Chupaca’, la primera de las creaciones de Loza. Han pasado 45 años desde que esta película fue premiada en el Festival Internacional de Cine de Moscú y 15 más, según el propio humorista, del nacimiento de ‘Camotillo’, personaje vetado durante años en la televisión peruana. Sobre estos y otros hitos importantes en su trayectoria, versa esta entrevista con el inacabable ‘cholo de acero inoxidable’.-Uno de sus personajes más importantes, ‘Nemesio Chupaca Porongo', nació mucho antes de aparecer en la televisión. ¿En qué circunstancias sucedió esto?
Fue en la radio, pero bajo el nombre de ‘Crisólogo Quispe'. Yo llegué a Lima a los 17 años habiendo sido uno de los mejores alumnos de Abancay y Andahuaylas, que están en Apurímac. Siempre fui chancón, ingresé a San Marcos de un solo porrazo y apenas lo hice empecé a imitar a los catedráticos, a ponerles chapas a mis compañeros. Fueron ellos quienes me llevaron a la radio, era más o menos 1957 o 1958. Pasé por una prueba en “Loquibambia”, programa exitosísimo por entonces, con este personaje que te cuento. Cuando yo llegué había una discriminación terrible para el serrano, para el negro, para todos. Por eso lo que yo quería era cambiar la imagen del cholo, hacerlo positivo, no tozudo porque yo era uno de ellos pues. Esa idea le gustó al director argentino que hacía el programa. Luego ya más canchero lo llevé a la televisión.
Junto a sus padres y 12 hermanos. Es el tercero de pie, de derecha a izquierda.
-¿Ese fue el único personaje que nació en la radio?
También tenía otro que se llamaba ‘Flor de Lis', que era una extranjera. En mi tierra yo imitaba a una monja alemana, así nació. Lo que yo hacía era dar consejos a personas desesperadas, pero siempre con el dejo de otro país.
-Sabemos que desde pequeño siempre le ponía humor a su vida. ¿Quién alentó su lado cómico?
Mi mamá, pero el cómico no se hace, nace. Desde que yo tengo uso de razón hacía payasaditas, me jalaba la comedia. Por ejemplo cada que llegaba de Lima un diputado de Abancay, llegaba con unas ínfulas increíbles para hacernos creer que había hecho muchas cosas a favor de nuestra ciudad y no había hecho nada. A mí el municipio me compró un ternito cuando tenía entre 7 u 8 años y me decían tú vas a hacer el discurso de bienvenida. Bien arreglado, bonito, al terno y corbata, daba el discurso, pero en vez de subrayar los éxitos del diputado que prácticamente no tenía ninguno, lo criticaba. Le recordaba el agua potable, la plazuela, la escuela prometida. Y la gente se moría de nervios y de risa porque era el único que le metía el dedo en la llaga.
-¿Con tan pocos años usted se atrevía a decirle a la autoridad lo que ningún adulto pronunciaba?
Imagínate. Ese era el ‘Camotillo’ en su chiquititud. Todos los señores de mi tierra decían este va a ser un crítico bárbaro. Yo no tenía ningún empacho en decirle que nos estafó. Dentro de mi inocencia también soltaba todo lo que veía y pensaba. Yo mismo escribía mi discurso, mi guion.
'Camotillo' en su versión más joven y 'Nemesio' ya consagrado.
-¿Esos discursos que daba de niño en algún momento le trajeron problemas?
Más bien cuando el diputado volvía a Abancay decía “espero que no me suelten al mocoso del año pasado” (risas). Mi papá a veces me decía que no friegue tanto. Acuérdate que ese señor ayudó en tal cosa. Pero “no hizo nada más papá”, le decía yo. La gente se divertía mucho conmigo y la autoridad a quien yo me dirigía ofrecía nuevas cosas para nuestro pueblo. Los abancaínos tenemos mucho sentido del humor. Debe ser la tierra, el cruce de razas. Allí había de todo, turcos, alemanes. Mi compañero de carpeta en el colegio o era un cholito quechua hablante o un hijo de árabes. Pero todos nos queríamos mucho.
-¿Y entre sus antepasados qué sangres se han mezclado?
Se dice que nosotros pertenecemos a un éxodo de españoles. Mi papá por ejemplo es Loza Arzubialde, mi mamá Bonifaz y tiene un ancestro italiano. Ha habido un cruce bárbaro.
-Usted llega a Lima con el objetivo de tener una profesión…
Si hubiera habido universidad en mi tierra yo hubiera estudiado ahí y probablemente hubiera sido un empleado bancario, algo así. Pero yo tenía necesidad de llegar a Lima porque quería ser el abogado de la familia.
-¿Quién lo acoge a su llegada? ¿Tenía parientes?
Teníamos una tía de parte de la rama de los Bonifaz que se creía de rancia catadura y de fino abolengo. Era culta, ya de edad. Vivía en Barrios Altos, en La Plazuela de la Buena Muerte, allí me llevaba a la iglesia y mientras ella rezaba el rosario yo coqueteaba con alguna chica. Me decía, cholito, serranito. “Pero dime sobrino, tía” le decía yo. Pero si tú naciste en la sierra, me respondía. Tenía muchos prejuicios. Una vez le pregunté ¿por qué me dices cholito? Su respuesta me sorprendió, pero ahora es muy conocida “es que cholibiris nunca bonus. Si bonus, nunca perfectis. Y si perfectis, siempre cholibiris”. O sea yo estaba condenado a que me friegue por haber nacido en la sierra.
"Nemesio" (1969) fue la primera película que filmó con su productora.
-Y además de la discriminación por parte de su tía, ¿sufrió alguna otra?
En la universidad, los primeros meses. Como yo era blanquiñosito y simpaticón, el grueso de mis compañeros creía que yo era capitalino. Hasta que una vez recibí una tarea de un catedrático. “Loza, mañana usted me habla sobre el lado romántico de Shakespeare”. Pucha me tenía que leer desde Otelo, Hamlet, todas esas obras. Pero yo me fui a la Biblioteca Nacional y allí encontré un libro con los perfiles y argumentos de las obras. Así reduje bastante mi tarea. Al día siguiente cuando empecé a hablar de Shakespeare se me salió el mote. Uno de mis compañeros se paró y dijo “disculpe profesor, ese es un infiltrado. Es un serranazo”. No tuve la necesidad de responderle porque fue el catedrático el que cuadró a ese chico.
-¿Cómo hizo para sortear esas manifestaciones racistas que le hacían en San Marcos?
Después de esa cuadrada del profesor que fue en el primer año de Letras no volvió a pasar. Ya en ese tiempo como el 50 por ciento de los alumnos de Derecho eran de provincia y muchos se me acolleraron. Era el más popular.
-¿Y con el otro 50% cómo se llevaba?
Bastante bien. Por un tiempo Alfredo Bryce Echenique fue mi compañero de carpeta. Él era el que mejor economía tenía porque su papá era dueño de un banco. Tenía un Peugeot descapotable con el que pasaba a buscarme para ir a la universidad. Estaba enamorado de una chica que pasaba todos los días por la universidad. Yo se la presenté. Él era un tímido total.
-Usted ha contado una anécdota divertida de esa época con un catedrático que le suelta una frase que luego usted convertiría en realidad.
Fue el gran jurista Mario Alzamora Valdés, que era recontra serio, brillante. Los profesores generalmente entraban a las 8:10 de la mañana, pero a las 8 en punto mis compañeros ya estaban gritando “Tulio, Tulio” para que yo imite al catedrático de turno. Cuando empiezo a imitarlo nadie me avisa que él estaba detrás de mí, justo ese día se adelantó en llegar. Apenas me di cuenta, volteó y le pido disculpas, pero él me dice “Loza, usted no debe estar acá, haga una industria de la payasada”. Y yo le hice caso (risas).