Lo que más recuerdo es que cuando salía a la calle y casi no había nadie, sentía que estaba en Chernobyl, pensaba que todo estaba radioactivo y que en cualquier cosa podía estar el bicho pegado. El pasto de los parques estaba super crecido, parecían pantanos, igual que los jardines de las casas, todo lucía desolado.
La otra cosa que rememoro es que en el sector público nos explotaban con el tele-trabajo, nos madrugábamos, chambeábamos sin descansar incluso fin de semana, encima nos gritaban y maltrataban psicológicamente en la reuniones virtuales. No había tiempo ni para comer, todo para cumplir (a medias) las promesas demagógicas de Vizcarra.
Y lo más triste, mi anterior perrita enfermó, la llevaba al veterinario con miedo a contagiarme. Lamentablemente unos meses después, estaba tan grave que la tuvimos que dormir. Fue tan doloroso que hasta el veterinario se puso a llorar cuando se estaba yendo.
También falleció una tía muy querida, pero por causas diferentes al Covid, aunque la falta de atención médica tuvo también que ver.
Fue un año de mierda, en todos los sentidos. Aunque debo estar contento de que mantuve el trabajo y que no perdí a ningún otro familiar más.