Carolina Luna
Miembro frecuente
La asexualidad para la mayoria de la sociedad sige siendo un tema espinoso y marginal, que se toma con escepticismo o rechazo. Para la gente "normal" o estamos mintiendo, o estamos locos y si llegan a comprobar que lo somos entonces nos temen.
Comencé a notarlo durante los primeros años de secundaria. Las chicas a mi alrededor empezaban a hablar de chicos y se empecinaron en conseguir novio. A mí me desconcertaba el entusiasmo que ponían en aquello, puesto que a mis ojos los varoncitos de esa edad se comportaban de forma muy estúpida haciendose bullying entre ellos y hablando de culos y tetas todo el tiempo. Me acuerdo que también se volvían fanaticas alocadas de actores y cantantes y conversaban sobre eso.
Me aburría cada vez que me encontraba en medio de aquellas conversaciones de risas y grititos, y buscaba la primera oportunidad que se me presentaba para escabullirme. Podría dar analogías para explicarme: era como estar frente a unos chinos discutiendo en un restaurante. La misma incomodidad, incomprensión y exclusión.
Si bien introvertida desde siempre, cuando me abro y tomo confianza soy muy amigable. En la primaria hice muchos amigas y amigos. Conversabamos sobre historias de terror, sobre dibujos animados y jugabamos a las escondidas. Pero ahora era como si todo lo que hubiese construido en socialización desde el jardín de niños hasta la primaria se hubiese ido al agua.
En el colegio nunca me sentí como una adolescente o al menos no encajaba en ese preconcepto o construcción social del adolescente. No me interesaba el sexo, ni las fiestas, ni fumar ni beber, no me comportaba como una rebelde sin causa ni era impulsiva.
A medida que mis compañeros de clase se volvían más caóticos a mi alrededor me sentía como en una especie de documental sobre vida salvaje. No me creía mejor que ellos, ni los despreciaba ni tampoco los admiraba y deseaba ser como ellos. Solo me sentía fuera de lugar. Afortunadamente pude unirme a un grupo de chicas tranquilas que no ponían en primer lugar a los amoríos.
Me enamoré por primera vez de un amigo. Las salidas al principio fueran muy bonitas, todo era muy ingenuo, nuevo e inocente para mí. Me sentía en un capítulo de Sakura Card Captor o de Candy Candy. Entonces descubrí cosas extrañas, no sentía la necesidad o impulso de besarlo en la boca ni me interesaba verlo desnudo ni me llegaban sus insinuaciones.
A los 24 años tuve mi primer beso. Nada. Era como tener un caracol baboso y caliente sobre la boca. Los siguientes meses fue todo bastante confuso. Mi primer novio intentaba cosas conmigo pero no podía corresponderle. Esto me llevo a experimentar sentimientos de conflicto. Intentaba forzar en mí sentimientos que no existían. Los buscaba y no encontraba nada dentro de mí.
No tenía traumas infantiles, no tenía prejuicios, siempre pensé que sí me enamoraba eso iba a aflorar naturalmente, pero no sucedía. Me sentí presionada por mi pareja. Él no era violento ni me reclamaba pero observar su frustración, su enojo callado, sus lagrimas me hacían sentir culpable conmigo misma por no interesarme el sexo.
Nunca llegamos a concretar ningún tipo de acto sexual, pero permití que me tocara y que me viera. La relación se fue tornando enfermiza. Por epocas llegue a sentirme abusada o acosada, ya que hacían cosas con mi cuerpo, conmigo, pero sin mí. Después deje toda evaluación moral y que me besara hasta asfixiarme con la lengua o que me tocara la entrepierna o los pechos, me daba exactamente igual. Que me tocara la nariz o el clítoris, sentía lo mismo, no me molestaba ni me incomodaba, era exactamente igual. También comencé a fingir mucho, había pasado a la etapa de querer complacerlo para retenerlo.
No estoy segura, pero creo que un día estuve cerca de ser violada, y digo no estar segura porque permanecí desnuda, con las piernas abiertas como me había ordenado. Y yo mirando al techo sin pensar ni sentir nada, ni miedo ni vergüenza, hasta que él se desplomó a un lado de la cama y se quedó pensativo para luego decir entre lágrimas: "Perdóname, te estoy utilizando". Nunca volvi a desnudarme de la parte de abajo, pero seguimos viéndonos, porque estabamos solos con nuestros problemas y porque necesitaba de su afecto, a pesar de que nunca me quiso. Dejarme tocar y que se frotará contra mí era la unica forma de que él quisiera verme y asi obtener abrazos, besos en la frente y un poco de cariño. No me voy a victimizar porque soy consciente de que también fui culpable.
Buscando descubrí la asexualidad y eso liberó mi alma. Lloré mucho. Al principio temí quedarme sola ya que mis posibilidades de encontrar un compañero o compañera de vida se reducen un montón.
Ahora he aceptado eso. He renunciado a todo sueño de amor romantico. Me doy cuenta que soy afortunada ya que veo que el sexo complica mucho la vida de los demás. Soy una persona que aspira a la tranquilidad de espiritu, a tener una vida sencilla y a cultivar amistades sinceras y desinteresadas, de vínculos basados en lo intelectual y emocional. Las relaciones de pareja o las relaciones sexuales no son para mí.
Comencé a notarlo durante los primeros años de secundaria. Las chicas a mi alrededor empezaban a hablar de chicos y se empecinaron en conseguir novio. A mí me desconcertaba el entusiasmo que ponían en aquello, puesto que a mis ojos los varoncitos de esa edad se comportaban de forma muy estúpida haciendose bullying entre ellos y hablando de culos y tetas todo el tiempo. Me acuerdo que también se volvían fanaticas alocadas de actores y cantantes y conversaban sobre eso.
Me aburría cada vez que me encontraba en medio de aquellas conversaciones de risas y grititos, y buscaba la primera oportunidad que se me presentaba para escabullirme. Podría dar analogías para explicarme: era como estar frente a unos chinos discutiendo en un restaurante. La misma incomodidad, incomprensión y exclusión.
Si bien introvertida desde siempre, cuando me abro y tomo confianza soy muy amigable. En la primaria hice muchos amigas y amigos. Conversabamos sobre historias de terror, sobre dibujos animados y jugabamos a las escondidas. Pero ahora era como si todo lo que hubiese construido en socialización desde el jardín de niños hasta la primaria se hubiese ido al agua.
En el colegio nunca me sentí como una adolescente o al menos no encajaba en ese preconcepto o construcción social del adolescente. No me interesaba el sexo, ni las fiestas, ni fumar ni beber, no me comportaba como una rebelde sin causa ni era impulsiva.
A medida que mis compañeros de clase se volvían más caóticos a mi alrededor me sentía como en una especie de documental sobre vida salvaje. No me creía mejor que ellos, ni los despreciaba ni tampoco los admiraba y deseaba ser como ellos. Solo me sentía fuera de lugar. Afortunadamente pude unirme a un grupo de chicas tranquilas que no ponían en primer lugar a los amoríos.
Me enamoré por primera vez de un amigo. Las salidas al principio fueran muy bonitas, todo era muy ingenuo, nuevo e inocente para mí. Me sentía en un capítulo de Sakura Card Captor o de Candy Candy. Entonces descubrí cosas extrañas, no sentía la necesidad o impulso de besarlo en la boca ni me interesaba verlo desnudo ni me llegaban sus insinuaciones.
A los 24 años tuve mi primer beso. Nada. Era como tener un caracol baboso y caliente sobre la boca. Los siguientes meses fue todo bastante confuso. Mi primer novio intentaba cosas conmigo pero no podía corresponderle. Esto me llevo a experimentar sentimientos de conflicto. Intentaba forzar en mí sentimientos que no existían. Los buscaba y no encontraba nada dentro de mí.
No tenía traumas infantiles, no tenía prejuicios, siempre pensé que sí me enamoraba eso iba a aflorar naturalmente, pero no sucedía. Me sentí presionada por mi pareja. Él no era violento ni me reclamaba pero observar su frustración, su enojo callado, sus lagrimas me hacían sentir culpable conmigo misma por no interesarme el sexo.
Nunca llegamos a concretar ningún tipo de acto sexual, pero permití que me tocara y que me viera. La relación se fue tornando enfermiza. Por epocas llegue a sentirme abusada o acosada, ya que hacían cosas con mi cuerpo, conmigo, pero sin mí. Después deje toda evaluación moral y que me besara hasta asfixiarme con la lengua o que me tocara la entrepierna o los pechos, me daba exactamente igual. Que me tocara la nariz o el clítoris, sentía lo mismo, no me molestaba ni me incomodaba, era exactamente igual. También comencé a fingir mucho, había pasado a la etapa de querer complacerlo para retenerlo.
No estoy segura, pero creo que un día estuve cerca de ser violada, y digo no estar segura porque permanecí desnuda, con las piernas abiertas como me había ordenado. Y yo mirando al techo sin pensar ni sentir nada, ni miedo ni vergüenza, hasta que él se desplomó a un lado de la cama y se quedó pensativo para luego decir entre lágrimas: "Perdóname, te estoy utilizando". Nunca volvi a desnudarme de la parte de abajo, pero seguimos viéndonos, porque estabamos solos con nuestros problemas y porque necesitaba de su afecto, a pesar de que nunca me quiso. Dejarme tocar y que se frotará contra mí era la unica forma de que él quisiera verme y asi obtener abrazos, besos en la frente y un poco de cariño. No me voy a victimizar porque soy consciente de que también fui culpable.
Buscando descubrí la asexualidad y eso liberó mi alma. Lloré mucho. Al principio temí quedarme sola ya que mis posibilidades de encontrar un compañero o compañera de vida se reducen un montón.
Ahora he aceptado eso. He renunciado a todo sueño de amor romantico. Me doy cuenta que soy afortunada ya que veo que el sexo complica mucho la vida de los demás. Soy una persona que aspira a la tranquilidad de espiritu, a tener una vida sencilla y a cultivar amistades sinceras y desinteresadas, de vínculos basados en lo intelectual y emocional. Las relaciones de pareja o las relaciones sexuales no son para mí.
Última edición: