Solo para amantes de la lectura
EL CUENTO DE JESÚS
Jesús no es ningún personaje histórico basado en un libro y su existencia se cae a pedazos inclusive con los escritos de Tácito y sus cuatro amigos, y tampoco existe ninguna otra fuente literaria para acceder a la vida histórica del tal “Jesús”, más que el Nuevo Testamento.
Fuentes históricas consistentes, independientes e imparciales, ¿las hay? Ninguna.
Los evangelios se basan en relatos de carácter místico como Mitra, Horus, Dionisio, Odiseo, Baco, etc.
Los evangelios no son fuentes validas, porque en los documentos se requiere examinar la fiabilidad del informante, y eso es imposible en ellos. Además los mismos reafirman su fe, por lo que no son imparciales.
¿Existen fuentes históricas, múltiples y externas? Ninguna.
Sobre las que se soporta el cristianismo como la del Testimonio Flaviano, la cita de Suetonio, Plinio y Tácito, han sido extensamente estudiadas para saber que son todas interpolaciones Eusebianas.
¿Lejanía de hechos? No existen pergaminos del siglo I analizados por métodos de datación absoluta, en cuanto al papiro y a la tinta.
Se da por asentado que los relatos son del siglo I, en realidad son “propuestas paleográficas de datación” y como tal, hay que tratarlos, como “propuestas”. Ejecutaron el fraude durante el siglo IV en tiempos de Constantino, escribiendo con la técnica del siglo I, fue algo muy sencillo. Aunado a esto, ya sabemos quiénes escribieron los textos neotestamentarios.
Desde la versión griega se documentaron firmas, estructura y muletillas, muy concretas que delatan a las dos personas que los elaboraron. Para llegar a tal conclusión se utilizaron tres métodos: el filo lógico, el de las rúbricas y el de algoritmo. En el caso de los acrósticos se dejaron intencionadamente por el autor, no son resultado del azar, cumplen con las definiciones de la RAE y con la gramática del griego koiné.
Por lo tanto, quien crea que estas descripciones son crónicas históricas tiene un criterio muy mediocre de lo que es una verdadera biografía. Aun así, hay quienes les gusta imaginar que dentro de los cuentos evangélicos se encuentra la vida de una persona real, a lo que llaman “Jesús histórico”. Resulta redundante, decir que dentro de las incoherencias absurdas de los evangelios se encuentra la vida de un hombre común, solo por quitarle los atributos mágicos o por pensar que otros textos de carácter “apócrifo” mencionan rasgos distintos.
Jesús es histórico, ¿cómo sabemos que lo es?, porque lo dicen los evangelios, ¿cómo sabemos que lo que dicen es cierto?, porque lo dicen otros evangelios, ¿cómo sabemos que estos fidedignos?, porque lo dicen los primeros". Es un bucle que no lleva a ninguna parte. Quien afirme que existe un “Jesús” histórico debe aportar suficientes pruebas externas, formando una biografía completa y seria, con debidos criterios académicos, tal y como se ha aplicado con otros, como Carlo Magno.
No es suficiente imaginar, suponer, soñar, especular y conjeturar, que si tal evangelio dice tal cosa es un hecho histórico contundente. Esa “técnica” es fe no es ciencia.
El gran erudito Antonio Piñero, dice que no hace falta recurrir a un argumento externo, al testimonio de historiadores del siglo I o II para probar la existencia de Jesús. La prueba son los mismos evangelios. Un historiador dice que no hay que recurrir a fuentes históricas para llegar a una conclusión histórica.
Es decir, debemos confiar o tener buena fe, acerca de las descripciones que ofrecen unos evangelios escritos fuera de tiempo, con incoherencias, referenciando a otros dioses y que tienen una autoría plasmada. El colmo de la mediocridad de una persona que tiene amplias credencias en el tema. ¿Y qué pasa si las fuentes externas indican que no existió, o peor aún, las mismas fuentes de los evangelios? Esas no importan, siguiendo con la premisa de “no es necesario recurrir a fuentes externas”. Menos mal que ese “criterio” no lo aplicó una importante Universidad en Israel, para concluir que el Antiguo Testamento no es Historia.
¿Por qué es importante cuestionar y exigir pruebas históricas que confirmen los hechos descritos en unos evangelios? La pregunta se contesta sola, si carecemos de fuentes externas solo estamos depositando la fe, eso está muy bien en las religiones, pero no en la ciencia. No es un capricho pedir fuentes externas, es un criterio académico estándar. Y como ejemplo de ello el Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv en Israel, se dio a la tarea de investigar histórica y arqueológicamente los eventos que describe el Antiguo Testamento. Al analizar con lupa el Éxodo, las aventuras de Abraham, el origen de los israelitas, los patriarcas, las proezas de David/Salomón, y otras, resulto ser todo producto de la imaginación.
Esa es la razón por la que no se puede aceptar a “Jesús” como una persona histórica. Incluso si aplicamos el mismo criterio para el resto de personajes cristianos, llegamos a la misma conclusión de que todo es ficción. Ejemplo: ¿Quién tiene la biografía completa de Pablo, Pedro, Jacobo, Santiago, Bernabé, Marcos, etc.? ¡Nadie!. ¿Dónde esta la biografía de los padres apostólicos y los apologistas griegos? ¿Quién tiene fuentes no cristianas de Tertuliano, Cipriano de Cartago, Clemente de Roma, Papías, Policarpio, Ireneo, Atenágoras, Clemente de Alejandría, etc.? ¡No existen! ¿Acaso nadie se ha dado cuenta de que solo existen los libros? Por la simple razón de que fue los libros lo que hicieron. El autor de todos es Eusebio, y de hecho, su Historia Eclesiástica, es el único vehículo para acceder a lo que se conoce como “cristianismo primitivo”.
Este hombre se inventó todo, se puede rastrear su autoría en las versiones griegas como se mencionó anteriormente. Para todo el cristianismo aplican las mismas pautas: Son únicamente relatos con sus respectivas incoherencias (geográficas, históricas, etc.) que no se encuentran dentro de los acontecimientos registrados.
No es que la “evidencia” de “Jesús” sea insuficiente o deficiente, es que sencillamente es inexistente. Y peor aún, los criterios académicos aplicados a todos los personajes cristianos, son muy relajados, demasiado flexibles al estilo de “bueno, seguramente debajo de las exageraciones de los evangelios hay una persona real”, como dice Piñero. Si hubiera abundantes evidencias objetivas en consenso ni siquiera se abordaría el tema. Lo único que hace la religión es contar la historia” de un tal "Jesús" a base de unos textos, y cuando intentamos cuestionar las fuentes, el cristianismo responde que no hace falta, porque es el mismo cristianismo la fuente más “confiable”.
Jesús es solo mito creado por hombres y si este existió para ser la pantalla del cristianismo creado por Constantino, solo fue un hombre arraiagado a la fe de su dios, pero jamás como hijo de tal.
Gracias por su lectura.
EL CUENTO DE JESÚS
Jesús no es ningún personaje histórico basado en un libro y su existencia se cae a pedazos inclusive con los escritos de Tácito y sus cuatro amigos, y tampoco existe ninguna otra fuente literaria para acceder a la vida histórica del tal “Jesús”, más que el Nuevo Testamento.
Fuentes históricas consistentes, independientes e imparciales, ¿las hay? Ninguna.
Los evangelios se basan en relatos de carácter místico como Mitra, Horus, Dionisio, Odiseo, Baco, etc.
Los evangelios no son fuentes validas, porque en los documentos se requiere examinar la fiabilidad del informante, y eso es imposible en ellos. Además los mismos reafirman su fe, por lo que no son imparciales.
¿Existen fuentes históricas, múltiples y externas? Ninguna.
Sobre las que se soporta el cristianismo como la del Testimonio Flaviano, la cita de Suetonio, Plinio y Tácito, han sido extensamente estudiadas para saber que son todas interpolaciones Eusebianas.
¿Lejanía de hechos? No existen pergaminos del siglo I analizados por métodos de datación absoluta, en cuanto al papiro y a la tinta.
Se da por asentado que los relatos son del siglo I, en realidad son “propuestas paleográficas de datación” y como tal, hay que tratarlos, como “propuestas”. Ejecutaron el fraude durante el siglo IV en tiempos de Constantino, escribiendo con la técnica del siglo I, fue algo muy sencillo. Aunado a esto, ya sabemos quiénes escribieron los textos neotestamentarios.
Desde la versión griega se documentaron firmas, estructura y muletillas, muy concretas que delatan a las dos personas que los elaboraron. Para llegar a tal conclusión se utilizaron tres métodos: el filo lógico, el de las rúbricas y el de algoritmo. En el caso de los acrósticos se dejaron intencionadamente por el autor, no son resultado del azar, cumplen con las definiciones de la RAE y con la gramática del griego koiné.
Por lo tanto, quien crea que estas descripciones son crónicas históricas tiene un criterio muy mediocre de lo que es una verdadera biografía. Aun así, hay quienes les gusta imaginar que dentro de los cuentos evangélicos se encuentra la vida de una persona real, a lo que llaman “Jesús histórico”. Resulta redundante, decir que dentro de las incoherencias absurdas de los evangelios se encuentra la vida de un hombre común, solo por quitarle los atributos mágicos o por pensar que otros textos de carácter “apócrifo” mencionan rasgos distintos.
Jesús es histórico, ¿cómo sabemos que lo es?, porque lo dicen los evangelios, ¿cómo sabemos que lo que dicen es cierto?, porque lo dicen otros evangelios, ¿cómo sabemos que estos fidedignos?, porque lo dicen los primeros". Es un bucle que no lleva a ninguna parte. Quien afirme que existe un “Jesús” histórico debe aportar suficientes pruebas externas, formando una biografía completa y seria, con debidos criterios académicos, tal y como se ha aplicado con otros, como Carlo Magno.
No es suficiente imaginar, suponer, soñar, especular y conjeturar, que si tal evangelio dice tal cosa es un hecho histórico contundente. Esa “técnica” es fe no es ciencia.
El gran erudito Antonio Piñero, dice que no hace falta recurrir a un argumento externo, al testimonio de historiadores del siglo I o II para probar la existencia de Jesús. La prueba son los mismos evangelios. Un historiador dice que no hay que recurrir a fuentes históricas para llegar a una conclusión histórica.
Es decir, debemos confiar o tener buena fe, acerca de las descripciones que ofrecen unos evangelios escritos fuera de tiempo, con incoherencias, referenciando a otros dioses y que tienen una autoría plasmada. El colmo de la mediocridad de una persona que tiene amplias credencias en el tema. ¿Y qué pasa si las fuentes externas indican que no existió, o peor aún, las mismas fuentes de los evangelios? Esas no importan, siguiendo con la premisa de “no es necesario recurrir a fuentes externas”. Menos mal que ese “criterio” no lo aplicó una importante Universidad en Israel, para concluir que el Antiguo Testamento no es Historia.
¿Por qué es importante cuestionar y exigir pruebas históricas que confirmen los hechos descritos en unos evangelios? La pregunta se contesta sola, si carecemos de fuentes externas solo estamos depositando la fe, eso está muy bien en las religiones, pero no en la ciencia. No es un capricho pedir fuentes externas, es un criterio académico estándar. Y como ejemplo de ello el Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv en Israel, se dio a la tarea de investigar histórica y arqueológicamente los eventos que describe el Antiguo Testamento. Al analizar con lupa el Éxodo, las aventuras de Abraham, el origen de los israelitas, los patriarcas, las proezas de David/Salomón, y otras, resulto ser todo producto de la imaginación.
Esa es la razón por la que no se puede aceptar a “Jesús” como una persona histórica. Incluso si aplicamos el mismo criterio para el resto de personajes cristianos, llegamos a la misma conclusión de que todo es ficción. Ejemplo: ¿Quién tiene la biografía completa de Pablo, Pedro, Jacobo, Santiago, Bernabé, Marcos, etc.? ¡Nadie!. ¿Dónde esta la biografía de los padres apostólicos y los apologistas griegos? ¿Quién tiene fuentes no cristianas de Tertuliano, Cipriano de Cartago, Clemente de Roma, Papías, Policarpio, Ireneo, Atenágoras, Clemente de Alejandría, etc.? ¡No existen! ¿Acaso nadie se ha dado cuenta de que solo existen los libros? Por la simple razón de que fue los libros lo que hicieron. El autor de todos es Eusebio, y de hecho, su Historia Eclesiástica, es el único vehículo para acceder a lo que se conoce como “cristianismo primitivo”.
Este hombre se inventó todo, se puede rastrear su autoría en las versiones griegas como se mencionó anteriormente. Para todo el cristianismo aplican las mismas pautas: Son únicamente relatos con sus respectivas incoherencias (geográficas, históricas, etc.) que no se encuentran dentro de los acontecimientos registrados.
No es que la “evidencia” de “Jesús” sea insuficiente o deficiente, es que sencillamente es inexistente. Y peor aún, los criterios académicos aplicados a todos los personajes cristianos, son muy relajados, demasiado flexibles al estilo de “bueno, seguramente debajo de las exageraciones de los evangelios hay una persona real”, como dice Piñero. Si hubiera abundantes evidencias objetivas en consenso ni siquiera se abordaría el tema. Lo único que hace la religión es contar la historia” de un tal "Jesús" a base de unos textos, y cuando intentamos cuestionar las fuentes, el cristianismo responde que no hace falta, porque es el mismo cristianismo la fuente más “confiable”.
Jesús es solo mito creado por hombres y si este existió para ser la pantalla del cristianismo creado por Constantino, solo fue un hombre arraiagado a la fe de su dios, pero jamás como hijo de tal.
Gracias por su lectura.