La "viveza" parece formar parte de nuestro código genético como peruanos. Pero existen algunas causas psicológicas que aún no se han abordado de forma práctica por el Estado.
Esta semana me llegó el mensaje de un amigo en el que se mostraba un video de un bus en una plaza conocida del Centro de Lima. El título del video hacía alusión a la «viveza» de los peruanos. Con ese calificativo, entendí que se trataba nuevamente de una práctica extendida en nuestra sociedad que, realmente, no tiene las características propias una acción ingeniosa o ágil, como lo indica el Diccionario de la Real Academia Española en casi todas sus acepciones, sino que se trata, más bien, de una transgresión. Hice click y observé el video de principio a fin. Aunque no era muy largo, tenía mucho material para reflexionar. En él, se podía ver el tráfico de Lima un día normal; sin embargo, lo que llamó la atención de quien filmaba fue que el chofer de un bus decidió desviarse de la pista y subir una llanta sobre la vereda de la plaza para avanzar. Con esta acción, el chofer creó un nuevo carril sobre la plazuela, transitada por muchas personas. Pero el video no termina ahí: a continuación, otro bus que venía detrás ya no solamente subió una llanta, sino que recorrió con toda la extensión del vehículo la vereda de la rotonda. A este ejemplo, como era de esperar, lo siguió otro automóvil.
Luego de ver este video, me pareció oportuno escribir una columna sobre cuáles son las causas de este tipo de comportamientos que han sido catalogados como «viveza».
¿De dónde viene la «viveza»?
Para comprender mejor este fenómeno, pensemos en una relación entre padres e hijos. Si la figura parental ha sido una mezcla de negligencia, descuido, deslealtad y castigo, probablemente el vínculo entre las partes no se constituya de forma saludable. Un niño que recibe promesas de afecto y bienestar, pero que, a continuación, es abandonado a su suerte por unos padres que solo se preocupan por sí mismos, ¿cómo crecerá? Un posible escenario es que su identidad se construya con valores opuestos y principios muy distantes a los que expresan sus padres; otro escenario es que sea igual de indolente y descuidado con ellos cuando sea adulto; una última posibilidad (presumiblemente, la menos factible) es que se desarrolle como una persona con un código ético analizado y pensado.
Ahora, entendamos que el Estado son aquellos padres para muchos peruanos y las leyes son las reglas que se imponían en la casa sin haberse establecido un vínculo previo. Con una relación de total desidia y desinterés entre el gobierno y muchos ciudadanos, se crea una cultura completamente ajena a lo que dictan las normas regladas en la Constitución. Habiendo crecido casi en el abandono por políticas públicas que no llegaron a percibir, un grupo de personas genera sus propios principios, basados únicamente en la valoración de las personas de su entorno. Otro grupo, sin embargo, busca constantemente ir en contra de lo establecido y vulnerar una y otra vez los mandatos del Estado, pues, de manera inconsciente, siente ira por ese padre-nación que lo abandono desde pequeño. Ambos se comportan de acuerdo con lo que dicta su propia moral que no comulga necesariamente con las normas sociales. Uno de esos códigos que les ha permitido sobrevivir en la ausencia total de unos padres amorosos es la «viveza», así que la repiten incansablemente y sin algún remordimiento, porque aún está latente el resentimiento hacia aquel vínculo tóxico que se estableció con el Gobierno.
¿Se puede hacer algo para mejorar como país?
Sí. Como siempre les digo, es factible hacer cambios en el comportamiento de las personas. No obstante, no basta con imponer castigos o reprimendas, debido a que no generan nada más que mayor frustración e ira en las personas que se sienten abandonadas por el Estado. Es como si un niño que viviese en la calle recibiera una sanción de parte de sus padres. ¿Acaso funcionaría? Con mucha seguridad, solo avivaría la llama de ese vínculo roto. Lo que se debe hacer es «reparar». Esta palabra es clave, en tanto hace un llamado al reconocimiento del error y a la puesta en práctica de una enmienda. Solo esta acción, como política del mismo Estado hacia las personas que han sido descuidadas en todo este tiempo, podría suscitar un gran cambio en la conducta de los ciudadanos.
Aunque no es muy tarde para sentar las bases de una reconciliación, parece que va a pasar mucho tiempo hasta que los políticos tomen en cuenta esta recomendación.
rpp.pe
Esta semana me llegó el mensaje de un amigo en el que se mostraba un video de un bus en una plaza conocida del Centro de Lima. El título del video hacía alusión a la «viveza» de los peruanos. Con ese calificativo, entendí que se trataba nuevamente de una práctica extendida en nuestra sociedad que, realmente, no tiene las características propias una acción ingeniosa o ágil, como lo indica el Diccionario de la Real Academia Española en casi todas sus acepciones, sino que se trata, más bien, de una transgresión. Hice click y observé el video de principio a fin. Aunque no era muy largo, tenía mucho material para reflexionar. En él, se podía ver el tráfico de Lima un día normal; sin embargo, lo que llamó la atención de quien filmaba fue que el chofer de un bus decidió desviarse de la pista y subir una llanta sobre la vereda de la plaza para avanzar. Con esta acción, el chofer creó un nuevo carril sobre la plazuela, transitada por muchas personas. Pero el video no termina ahí: a continuación, otro bus que venía detrás ya no solamente subió una llanta, sino que recorrió con toda la extensión del vehículo la vereda de la rotonda. A este ejemplo, como era de esperar, lo siguió otro automóvil.
Luego de ver este video, me pareció oportuno escribir una columna sobre cuáles son las causas de este tipo de comportamientos que han sido catalogados como «viveza».
¿De dónde viene la «viveza»?
Para comprender mejor este fenómeno, pensemos en una relación entre padres e hijos. Si la figura parental ha sido una mezcla de negligencia, descuido, deslealtad y castigo, probablemente el vínculo entre las partes no se constituya de forma saludable. Un niño que recibe promesas de afecto y bienestar, pero que, a continuación, es abandonado a su suerte por unos padres que solo se preocupan por sí mismos, ¿cómo crecerá? Un posible escenario es que su identidad se construya con valores opuestos y principios muy distantes a los que expresan sus padres; otro escenario es que sea igual de indolente y descuidado con ellos cuando sea adulto; una última posibilidad (presumiblemente, la menos factible) es que se desarrolle como una persona con un código ético analizado y pensado.
Ahora, entendamos que el Estado son aquellos padres para muchos peruanos y las leyes son las reglas que se imponían en la casa sin haberse establecido un vínculo previo. Con una relación de total desidia y desinterés entre el gobierno y muchos ciudadanos, se crea una cultura completamente ajena a lo que dictan las normas regladas en la Constitución. Habiendo crecido casi en el abandono por políticas públicas que no llegaron a percibir, un grupo de personas genera sus propios principios, basados únicamente en la valoración de las personas de su entorno. Otro grupo, sin embargo, busca constantemente ir en contra de lo establecido y vulnerar una y otra vez los mandatos del Estado, pues, de manera inconsciente, siente ira por ese padre-nación que lo abandono desde pequeño. Ambos se comportan de acuerdo con lo que dicta su propia moral que no comulga necesariamente con las normas sociales. Uno de esos códigos que les ha permitido sobrevivir en la ausencia total de unos padres amorosos es la «viveza», así que la repiten incansablemente y sin algún remordimiento, porque aún está latente el resentimiento hacia aquel vínculo tóxico que se estableció con el Gobierno.

¿Se puede hacer algo para mejorar como país?
Sí. Como siempre les digo, es factible hacer cambios en el comportamiento de las personas. No obstante, no basta con imponer castigos o reprimendas, debido a que no generan nada más que mayor frustración e ira en las personas que se sienten abandonadas por el Estado. Es como si un niño que viviese en la calle recibiera una sanción de parte de sus padres. ¿Acaso funcionaría? Con mucha seguridad, solo avivaría la llama de ese vínculo roto. Lo que se debe hacer es «reparar». Esta palabra es clave, en tanto hace un llamado al reconocimiento del error y a la puesta en práctica de una enmienda. Solo esta acción, como política del mismo Estado hacia las personas que han sido descuidadas en todo este tiempo, podría suscitar un gran cambio en la conducta de los ciudadanos.
Aunque no es muy tarde para sentar las bases de una reconciliación, parece que va a pasar mucho tiempo hasta que los políticos tomen en cuenta esta recomendación.

¿Cuáles son las causas psicológicas de la "viveza"? | RPP Noticias
La "viveza" parece formar parte de nuestro código genético como peruanos. Pero existen algunas causas psicológicas que aún no se han abordado de forma práctica por el Estado.
